martes, 14 de enero de 2020

¿Por qué no reescribir nuestra historia? San Geminiano ayer

Una historia podría ser reescrita, como si un día, unos años tal vez, perdidos en la verticalidad del tiempo, fuesen recuperados y entonces sí se volviesen capaces de revertir lo no sabido. Y de ese modo lo aprendido se volviese una luz que mirase incluso para atrás, incluso para adentro también, y los mecanismos, las ataduras, esas cosas que nos perfilan en ciertos códigos de trabajo interno, pudieran ser hechas de nuevo a favor de una nueva vida, una que ahora vislumbramos, ajena a los dramatismos e igualmente llena de una pasión que fuese como baja el agua por un pueblo en lo alto.

A medida que bajo con el agua, sobre el final, sobre el horizonte, veo una playa de mucha arena. Y veo camellos, beduinos mudos, y veo mucha tranquilidad, ahora, hoy. Esa impasibilidad fantástica en la mirada del camello veo. Y ese fuego sabio y lento, ese invierno incluso, lleno de castaños en un jardín apenas visto, quieto, sin el menor viento, entre olivos, entre una maleza desproporcionada, entre hojas secas con hormigas por todos lados. Y veo esa fría paz también. Veo mucho de lo que antes no veía.

Y veo un mundo redondamente blanquecino ubicándose en mi ceño, un poco confuso aún.


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