Me acuerdo de las vacaciones
de invierno.
En el viaje de día, planeaba
en una finca cercana.
pasar los mediodías y las tardes
mirando las montañas entibiadas
y después recorrerlas a pie
en una parte ínfima.
Me gustaba recorrerlas solo un poco
y dejar que el resto, la inmensidad
de cada cuerpo, quedase
sin ser tocado.
Después, escribía poemas
y me sentía feliz por eso
y por mirar las cosas que elegía
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