Hago otra digresión en la cuestión de contar mi ir y venir hacia el mundo literario. Tengo un grupo de amigos -dos amigos en verdad- con los cuales compartimos un chat que se ha convertido en un lugar donde podemos decir realmente lo que pensamos. Es decir, hemos llegado a tener la confianza suficiente como para hablar sinceramente acerca de lo que nos pasa, de los miedos ocultos, de los hechos que nos han condicionado de una manera tremendamente embarazosa a veces, otras según principios que no sería conveniente admitir porque, se supone, generaría una incomodidad importante en el prójimo por el grado de intimidad que sueltan.
Me encanta ese lugar porque es algo infrecuente en tantos mundos. Es muy difícil encontrar a alguien dispuesto a ser honesto conmigo y por lo tanto yo con él. De esa manera, siempre hay una valla que no salto porque me da toda la impresión de que el otro no está dispuesto a recibirme con la falta de prejuicios que yo necesito para que la empatía funcione.
jueves, 9 de abril de 2020
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