A esta altura, debo confesar también, en torno a todo este tema del ingreso al mundo olímpico de la literatura, que me he tirado el tarot compulsivamente, neuróticamente, de forma continua en el tiempo a lo largo de los años, para probarme cierta valía, o para darme ánimo a veces, también para no sentirme tan chiquito y tan insignificante, para, en resumidas cuentas, garantizarme -de ese modo tan increíblemente infantil-, cierto éxito, un dislate total porque yo, debo decirlo y subrayarlo, cuando entré a trabajar -ahora de pronto lo recuerdo- a una Secretaría del Estado, no tenía una computadora con corrector y debía recurrir continuamente a un diccionario; es decir, no sabía ni escribir con propiedad, mucho menos sabía redactar mínimamente, y aun así me creía importante y talentoso de manera extremadamente inverosímil.
Lo que me reconforta sin embargo, es que seguro que no he sido el único en esta tierra ni mucho menos porque, con el paso de los años me he convencido, que la gran mayoría de las personas
-algunos por fantasiosos, otros por negadores- tienen una manifiesta incapacidad para aceptar la realidad.
jueves, 9 de abril de 2020
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Casi enseguida
Frente a una vidriera comentabas: Ese cuadro no es abstracto. Si lo ves bien, habla de unos pantanos donde una cigüeña mira los cuer...
-
Creo que es mejor que les cuente un poco de Carola. Una premisa que no es sencilla porque mis percepciones cambiaron con los años de manera ...
-
Vuelvo de la playa abrumado. Y lo peor no es esa sensación tan grande, lo peor es cuando la realidad te persigue y te alimenta: hoy iba por ...
-
Y desmoronado como estaba recibí el lazo sagrado. Entró en mí el juguete voluptuoso de Flavia. Y cuando entró, empecé a sentir un dolor que,...
No hay comentarios:
Publicar un comentario