noté que viví
en el Antiguo Egipto,
y que si seguía ciertas
fuerzas, ellas me llevarían
a los contornos
de la locura.
Pero por suerte
había guardianes
capaces de ayudarme
cuando las cuchillas
capaces de ayudarme
cuando las cuchillas
inmensas, caídas del cielo,
me amenazaban.
Y el mar, todo ese tiempo
seguía frente a la playa
y la noche tibia,
llena de estrellas,
me mostraba que no había
llena de estrellas,
me mostraba que no había
alguien para compartir eso.
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