Esta vez fui en bici a los galpones
con mi amigo W.
Le expliqué la fascinación que tienen
y él pareció compartirla. De hecho,
me ayudó a sacar unas fotos
(las suyas muy buenas).
En el camino de ida y de vuelta
hablamos de las cosas que nos pasan
y tiene que ver -una vez más-
con la posibilidad de no fijarnos metas
o deseos demasiado ampulosos,
en no adentrarnos en esquemas que nos exceden
y otras cosas de sentido común
que, en la práctica, son difíciles de lograr.
En especial, porque pareciera que las grandes gestas,
los grandes deseos, negarían el hecho de que,
fuera de admirar esos hermosos galpones,
y estar cerca de los seres queridos,
no hay mucho más para hacer en los años,
décadas y más décadas, que con suerte sigamos
en esta tierra sin saber bien por qué ni para qué.
Lo importante en todo caso es caminar
por un camino de campo
con las bicis al costado y seguir
hasta que el sol y el paisaje desaparezcan,
y uno quede en la oscuridad
y con esas dudas que permanecen.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Según avanzaba
Esa tarde, leo ahora en un cuaderno donde anotaba distintas cosas, mientras pedaleaba, veía unos niños que para evitar la lluvia se oculta...
-
El genio rockero me miró con sorpresa y después, víctima de cierta discordancia, tentado, me respondió: “Okay my lord”. Se volteó y preguntó...
-
La suficiencia para hablar debería ser desterrada de todos nosotros en la medida que el alcance de la palabra se limita a u...
-
El estruendo interno como fuente de toda perseverancia así debería ser, así deberían consumirse los días y los cigarrillos imaginarios que...
No hay comentarios:
Publicar un comentario