Hoy el cielo está cubierto.
Son las 0 40 ahora. Salí con mi perra
a mirar los robles de la entrada de la casa.
Como otras veces, miré el cielo
intentando no pensar en algo,
y siempre pensando en algo,
pero así es la cosa.
No hay quietud fácil.
No hay esfuerzos que puedan
servir a esos fines, supongo.
De hecho, tengo un montón de cosas
que me gustaría decir, escribir acá,
cosas que tienen que ver con ciertos
descubrimientos sobre la vida
de este último tiempo.
Cosas como lo improductivo y triste
que es dedicarse a lo que otros piensan
que vale la pena sin uno siquiera sentir
la más mínima pertenencia a los lugares
donde se ponen años de esfuerzo.
Algo así pensaba.
Y pensaba que la vida de cada uno está
perfectamente explicada en sus detalles.
Y ojalá pudiese decir esto mejor
y que así, mejor expresado, no quede dicho
en un modo sentencioso o teórico
porque ahí es cuando la aproximación
se vuelve pesada.
En fin, ojalá pudiera hablar
cabalmente de esos robles,
del efecto espectacular que tienen
sobre el cielo gris, y de la calma que hay hoy.
Ojalá pudiera hablarles de la casa de al lado
en construcción, detenida, expectante
y pudiera de alguna manera expresarme
acerca del efecto que la búsqueda
de ese detenimiento tiene en mí.
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domingo, 28 de junio de 2020
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