miércoles, 19 de abril de 2023

Frío polar sobre el río

Al menos algunas cosas cambian en mi vida. Durante mi infancia y juventud no me gustaba el frio. Y después, de adulto, no tenía predilección por el frío pero lo soportaba mejor. Hoy me encanta. Nunca me gustó tanto en mi vida. Que algo filoso y potente ande en el aire me ayuda a darle vigor al cuerpo.

Hoy, sin embargo, durante la tarde, como no hacía mucho frío, me fui a trotar por el campo. Vi los primeros grandes galpones con gallinas -no los que tanto me gustan, los más pequeños, los más artesanales, que están más adelante- y seguí camino intentando concentrarme en las piedras que tenía adelante. Aunque todas son pequeñas, las piedras más grandes en el camino representaban un hito, una meta a la cual debía llegar para saltar a la próxima.

Progresé poco en mis esfuerzos por mejorar mi concentración. Pero, desde otro punto de vista, porque fallé conseguí pensar en cosas muy buenas para tal vez ayudar a un amigo que está pasando un mal momento. 

O se puede decir que gracias al ejercicio después pude pensar en cómo ayudar a un amigo. Los pensamientos son un puente sobre un río muy largo. Y el mismo puente u otro similar, o incluso diferente, se puede tender en distintas partes.

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