En la playa del río, cuando los marrones se confundían con el verde, apareció un dorado en las rocas. El sol caía. Hablábamos de plantar pequeñas y rústicas plantas con flores que miren al sol a la espera de la lluvia.
Fuimos con una linterna a sentarnos en las piedras más alejadas. Pasó un rato y escuchamos maullidos. Intrigados, descubrimos unos gatitos en colchones de plantas. Dormían uno al lado del otro, en calma.
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