miércoles, 2 de septiembre de 2020

Más acá o más allá

En realidad seguimos en esta situación de aislamiento, pandemia e incertidumbre que tanto malestar y a la vez tantos desafíos, y a su tiempo tantas alegrías, nos ha traído. Es decir, vemos todas las noches series, vemos en el día chimeneas a lo lejos, árboles, vemos el cielo gris y después despejado, volviéndose de un celeste casi azul, vemos eso que tantos años, tantos otoños, inviernos, primaveras y veranos no pudimos ver por estar comprometidos con el tipo de rutinas que tienen que ver con ciertas seguridades que, por supuesto también, no aparecían demasiado creíbles, y de ahí se deriva nuestra angustia por más que estábamos, supuestamente, firmemente amarrados a ciertas estructuras conocidas. 

Todo era bastante falso en nuestros días y peor: en nuestro años, en nuestras décadas y más décadas que se han apilado para después -qué triste decirlo- ir a parar bajo tierra húmeda con vista privilegiada a una lápida. Hemos sido de alguna manera engañados por nosotros mismos. O mejor dicho: hemos sido engañados por la porción de nosotros mismos que pertenece de manera irreductible a un sistema porque esa pertenencia -y en esto tiene razón debe decir- es la única forma, es la concesión por excelencia, que debemos a hacer para tener ese tipo de cordura que nos hace acercarnos unos a otros y darle combustible al sistema, ése que después nos absorbe. 

No hay comentarios:

Los mismos caballos

  Los mismos caballos junto a espinillos como oradores al costado del camino. Y a la ida y a la vuelta, la obsesión de no pensar. También el...