Caen las gotas sobre el techo.
Llueve, soy feliz. Estoy tranquilo.
Las cosas se acomodan a los espacios.
Ya no hay más pretensiones en esta comarca,
ni la que sigue, ni en cada una de las
estaciones que dividen el planeta.
Los seres que antes trabajan, ahora duermen.
Los cantos que antes debían ir por la tierra
ya no se escuchan. Ya no hay un deber.
La felicidad llegó.
Ya los niños de las casas prefabricadas
duermen o juegan en sus tan queridas camas.
No voy a pensar más en el paso del tiempo o en la muerte.
Voy a ser un animal frente a la lluvia en su cueva.
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