Trotás por la calle, ves los árboles, las casas, la supuesta prosperidad de tu barrio. Ahora valorás más bien otras cosas, pensás. Hasta que por unos instantes dejás de pensar y ves todo bien distinguido, cada cosa en su propio cuerpo: la calle, los árboles, el barrio, el cielo, los sonidos, las estrellas. Por un momento sentís todo eso, y después la mente se vuelve a encajar. Y seguís trotando.
Archivo del blog
sábado, 10 de octubre de 2020
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
El examen
Optamos con mi hijo por ir a desayunar afuera, justo en la mesa que ocupa el vértice entre la galería de un costado y mira de frente a la s...
-
El genio rockero me miró con sorpresa y después, víctima de cierta discordancia, tentado, me respondió: “Okay my lord”. Se volteó y preguntó...
-
Una vez levantado de la siesta, y luego de quedarme mirando el techo un buen rato, decidí que lo mejor sería terminar algunos dibujos que te...
-
Viajo junto a un hombre pequeño, de mirada afable, con un gesto de humanidad comprensivo con el prójimo. O al menos lo supongo cuando lo s...
No hay comentarios:
Publicar un comentario