Hace tres días fui hasta el campo al atardecer como tantos días. Era un día caluroso, el primer tiempo templado de la primavera. La luna estaba alta y grande en el cielo al caer el sol -una moneda de fuego intenso a lo lejos como en Africa-. Los chimangos, cosa rara, noté que ahora vuelan al atardecer en sentido contrario a como lo hacían hace meses. Fui a la parte del camino donde, como hay unos grandes pinos, me gusta echarme. Los mosquitos y el calor no me dieron descanso. Emprendí la vuelta y me agarró la noche. Prendí la lámpara de mi bici y comenzó a fallar. La apagué y anduve casi en la oscuridad. Por un momento, gracias a la luz de la luna, sentí que iba en una góndola remando por un canal de Venecia. Es fantástico avanzar por el agua.
Va en bici hasta el campo
al atardecer como tantos días.
Es un día caluroso, el primero
de la primavera. La luna está alta
y grande al caer el sol
como una moneda de fuego.
Los chimangos, cosa rara,
vuelan en sentido contrario
a como lo hacían hace meses.
En la parte del camino
donde hay pinos,
le gusta echarse, pero los mosquitos
y el calor no le dan descanso.
Se sube a la bici
y emprende la vuelta
sobre la noche que avanza.
Prende la lámpara, pero no funciona,
así que, en la oscuridad, gracias
a la luna, sigue en una góndola
por un canal de Venecia.
Es fantástico ir por el agua.
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