lunes, 18 de enero de 2021

En el este

 *

Decidimos subir 

hasta la última roca 

y ahora estás un poco 

temerosa cerca del cielo 

y los pájaros en el vacío. 

 

Abajo está el pequeño puerto

y el mar como un mundo aparte.

 

*

Tu mano extendida pide 

algo mientras la luz alcanza 

la roca en lo alto.

 

 

En una suerte de terraza,

no muy lejos, están los frutales 

de un jardín en parte cubierto por pinos

y una maleza desproporcionada. 

 

Por las redes que tiene 

desplegadas entre unos postes

es el jardín de un pescador.

 

 

*

Un gorrión sigue con su trabajo. 

Salta por las rocas y después en el aire.

 

 

*
El viento sigue acariciándonos la cara.

Vemos rosas brillantes en el jardín  

que contrastan con los cuerpos 

de pequeños tiburones colgados 

en señal de victoria.


Son sacados a veces del agua y expuestos 

al punto que las sirenas dejan de cantar,
y los teros y los pájaros de los campos 

se quedan mudos.

 

 

 

*

¿Qué voz se escucha

entonces en los campos?

Solo la voz de los frutos 

cayendo de los árboles.

Pero no puede ser. No podría ser.

Aunque eso vimos hace años; 

venían los pájaros y apenas 

rozaban los duraznos, 

los frutos caían.

.

 

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