¡ Oh, todo perece, todo muere,
ni los ángeles nos salvan!
Nadie nos salva, nadie es capaz
de darnos buenas garantías.
El tiempo pasa sobre estas murallas.
La nubes con el viento también siguen.
¿Y nosotros debemos defender
lo ajeno y lo propio?
Optamos con mi hijo por ir a desayunar afuera, justo en la mesa que ocupa el vértice entre la galería de un costado y mira de frente a la s...
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