¡ Oh, todo perece, todo muere,
ni los ángeles nos salvan!
Nadie nos salva, nadie es capaz
de darnos buenas garantías.
El tiempo pasa sobre estas murallas.
La nubes con el viento también siguen.
¿Y nosotros debemos defender
lo ajeno y lo propio?
Los mismos caballos junto a espinillos como oradores al costado del camino. Y a la ida y a la vuelta, la obsesión de no pensar. También el...
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