Ir en bici hasta el fondo del lugar,
sentarte a mirar el campo y a esperar
que los pensamientos se aquieten,
que cada cosa empiece a ser por sí sola,
que los objetos del paisaje resalten al punto
que no tengas nada que decir.
En la orilla, veías el mar a la espera de una tormenta mientras tus hijos jugaban a un costado. Pensabas en tu padre y en sus éxitos. ...
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