Ir en bici hasta el fondo del lugar,
sentarte a mirar el campo y a esperar
que los pensamientos se aquieten,
que cada cosa empiece a ser por sí sola,
que los objetos del paisaje resalten al punto
que no tengas nada que decir.
Los mismos caballos junto a espinillos como oradores al costado del camino. Y a la ida y a la vuelta, la obsesión de no pensar. También el...
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