Miraste el roble a la espera
de que tu mente se detenga
y que lo que te separa de él,
se comience a esfumar
como las nubes que al atardecer
se ven finitas sobre el mar
y antes de la oscuridad
ya no están.
Los mismos caballos junto a espinillos como oradores al costado del camino. Y a la ida y a la vuelta, la obsesión de no pensar. También el...
No hay comentarios:
Publicar un comentario