Saliste a caminar
y, en el frío oscuro,
te diste cuenta
de que tus angustias
estaban extendidas
por todas las casas,
igual que el cableado
de la luz.
Los mismos caballos junto a espinillos como oradores al costado del camino. Y a la ida y a la vuelta, la obsesión de no pensar. También el...
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