Ese día fuiste hasta un café lejano
para tener una reunión de trabajo
que resultó amable y fructífera,
y cuando volvías por la ruta a tu casa,
tuviste la impresión
de que ninguna obra de arte
valía demasiado, y que ningún logro
tenía un peso específico.
De pronto, ya no era necesario
crear algo reluciente
sobre esta tierra
y en esta vida.
Y por un momento pensaste,
que las sonrisas que habías intercambiado
durante ese día gris y lluvioso,
recuperarían pronto
lo que habías perdido para siempre.
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