Te sentaste
en ese lugar
que se presenta
como tan exclusivo.
Ellas caminaban encarpetadas
con sus modos de madres
y señoras, mientras unas
ardillas andaban
como imitándolas,
con sus gestos
nerviosos y rápidos,
por los árboles.
Los mismos caballos junto a espinillos como oradores al costado del camino. Y a la ida y a la vuelta, la obsesión de no pensar. También el...
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