Esa noche de calor
y luna llena
escuchabas teros,
cosa rara, a lo lejos.
No solían sentirse
durante la noche.
Pero eso cambió
junto al hecho de que
los tordos no fueron más
al gran álamo del fondo.
Los mismos caballos junto a espinillos como oradores al costado del camino. Y a la ida y a la vuelta, la obsesión de no pensar. También el...
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