La luna alteraba
los nervios de los perros
y ellos los tuyos.
Esos días,
te concentrabas en la luna,
en el campo, en la manera
de no seguir pensando,
pero enseguida
un pensamiento venía.
Sin embargo, esa noche,
unas vacas en los cañaverales,
como fieras acechándote,
te ayudaron a concentrarte.
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