Al fin llueve,
los demás ruidos
se aplacan.
Lo que viviste
tiene un sentido.
Te podrías olvidar
de las inquietantes
manchas de petróleo
en la arena blanca.
Llueve
y sentís las gotas,
millones, suaves,
en el techo.
Soñé que estaba en un ómnibus en una ciudad francesa —tal vez Lyon— y no sabía bien dónde debía bajarme. Después de dudar y no animarme a ...
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