En tus recuerdos,
todavía está esa iglesia,
sus grises y el verdín,
las enredaderas
incipientes,
los gorjeos
y el agua
esa tarde de lluvia,
tocándola.
Los mismos caballos junto a espinillos como oradores al costado del camino. Y a la ida y a la vuelta, la obsesión de no pensar. También el...
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