En tus recuerdos,
todavía está esa iglesia,
sus grises y el verdín,
las enredaderas
incipientes,
los gorjeos
y el agua
esa tarde de lluvia,
tocándola.
Optamos con mi hijo por ir a desayunar afuera, justo en la mesa que ocupa el vértice entre la galería de un costado y mira de frente a la s...
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