Voy a buscar a mi hijo a una fiesta.
La noche está nublada, todavía no amanece,
el viento arrecia, los árboles se mueven,
el aeropuerto está a mi izquierda, el río más adelante,
y de pronto, un zorzal canta.
Esa noche el aire templado en la noche quieta ampliaba el canto de los grillos, los plumerillos casi no se movían y en mi cabeza el camino...
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