Voy a buscar a mi hijo a una fiesta.
La noche está nublada, todavía no amanece,
el viento arrecia, los árboles se mueven,
el aeropuerto está a mi izquierda, el río más adelante,
y de pronto, un zorzal canta.
Optamos con mi hijo por ir a desayunar afuera, justo en la mesa que ocupa el vértice entre la galería de un costado y mira de frente a la s...
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