martes, 11 de enero de 2022

Dunas negras

Pude ver dunas, leves, con un pulido y formas de hueso desconcertantes, y un cielo, en apariencia tan etéreo que acaso fuese sin gravedad, donde un buitre, de al menos dos metros, sobrevolaba pendiente de mis pasos. La arena tenía un tibieza adorable y el mar era negro, como si fuera un petróleo más aguado. 

Yo esperaba algo o a alguien. Sí, esperaba a Dios. Confiaba en que iba aparecer de alguna forma y en algún momento. Y esperaba un buen rato hasta que esa esperanza infundada se iba, y me quedaba inmóvil a la espera de que el buitre finalmente siguiera viaje.

No hay comentarios:

Los mismos caballos

  Los mismos caballos junto a espinillos como oradores al costado del camino. Y a la ida y a la vuelta, la obsesión de no pensar. También el...