El puesto estaba más allá de una ruta por la que casi no pasaban autos. Habían echado unas mantas en ese espacio de dos por dos y ella, al parecer contenta con el programa, dijo:
—Nosotros también vamos a dormir…
Ahora ese recuerdo viaja como una forma de aliento, y lo mismo el panal que prendieron fuego por sugerencia de su abuela. Lo rociaron con alcohol, tiraron un paño encendido desde cierta distancia y las abejas volaron hacia ustedes que, rápidos de reflejos, corrieron con el alcohol y los fósforos muertos de risa hacia la pileta, y se tiraron.
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