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sábado, 23 de abril de 2022

El aire templado en la noche quieta

 


El aire templado, en la noche quieta, ampliaba el canto de los grillos; los plumerillos casi no se movían. El camino de tantos días iba hacia un palacio medieval en la montaña. Te gustaría ir de nuevo por ese camino, adentrarte en el monte de eucaliptus, ver las pasturas bajo los árboles.

O recorrer el campo hasta el mar y echarte en la arena a escuchar a las gaviotas llamándose antes de la rompiente. 

Y sobre todo quisieras, una vez más, ver el árbol que resplandecía mientras unos sapitos en sus alrededores buscaban un haz de luz que los reflejase. Y dentro de poco, incluso hoy, podrías tener esa suerte, porque ya se ocultó el sol y los pájaros pasan por el jardín, eligen una rama, trinan, siguen; aprovechan los últimos instantes.

 

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