Decía, el otro día, que la música se ha convertido en un embotamiento de los sentidos que se impone en situaciones cotidianas, por parte de una maquinaría de consumo inmensa que está en todos lados, en los negocios, en los bares, en la calle y sobre todo en vecinos que imponen un ruido que reclama continuamente más energía de uno, más atención, más anulación también de cualquier tipo de mirada hacia otros sentidos, hacia otras realidades...
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Los mismos caballos
Los mismos caballos junto a espinillos como oradores al costado del camino. Y a la ida y a la vuelta, la obsesión de no pensar. También el...
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El genio rockero me miró con sorpresa y después, víctima de cierta discordancia, tentado, me respondió: “Okay my lord”. Se volteó y preguntó...
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La suficiencia para hablar debería ser desterrada de todos nosotros en la medida que el alcance de la palabra se limita a u...
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El estruendo interno como fuente de toda perseverancia así debería ser, así deberían consumirse los días y los cigarrillos imaginarios que...
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