Me levanto de madrugada y, para calmar los pensamientos, escucho el tráfico. No se escuchaba el tráfico, pienso, cuando llegué a esta zona hace muchos años y todo mi alrededor era campo, y sin embargo hoy, por extraño que parezca, ese murmullo lejano me calma. Pero lo que no me calma es que durante todos esos años, más de treinta, el mundo siguió creciendo. En algún momento explotará como una pelota...De manera que trato de meditar, de no pensar en nada, y así, atento a los ruidos, fijo en la penumbra del jardín, termino cediendo y pienso que así es la vida de los animales: un mundo pleno y vibrante donde la conciencia nunca llega y por ende nada termina...Un mundo divino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario