“Esa nube tiene una forma perfecta”, dijiste, sosteniendo su mano. “Es para conocer tu cuerpo”, agregaste cuando se internó en el parral y rodeada de uvas, mirándola a los ojos, convencido de que no iba a ceder, le pediste que no se fuera. Pero ella dijo: “No me voy”. Agradeciste y miraste el piso. “En el amor la clave es la entrega puntual...”, le habías dicho poco antes, pero para entonces ningún discurso importaba…
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