Volvía al lugar donde trabajé tantos años y al principio me parecía todo igual. Pero pronto encontraba una diferencia: una inscripción en una pared lateral no demasiado visible que decía: Acá trabajó Lucas..., en letras rojas con bordes negros. Una inscripción con una caligrafía poco lograda; más bien el tipo de leyenda que he visto en ciertos lugares, siempre humildes, para homenajear a un joven muerto en una accidente de tránsito.
El caso es que me quedaba un rato frente a la inscripción para sentir algo extraordinario. Pero nada así llegaba. Solo la necesidad agregar a mi nombre una pequeña bandada de pájaros.
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