Estaban en la cubierta de un crucero mirando un iceberg. La gente estaba vestida como a principios del siglo XX. Varias gaviotas llegaban a las barandas y graznaban. El mar era de un azul tan intenso que no parecía líquido. Caían unos copos de nieve y ella aparecía de la nada, entre la gente, en bikini, y todos la miraban. De a poco algunos hombres se lanzaban a tocarla y ella los dejaba. Vos no sabías si sumarte o salir enojado hacia tu camarote. Los hombres seguían tocándole las piernas, la cola y los pechos y vos, cada vez más ansioso, no terminabas de saber qué hacer mientras las gaviotas graznaban cada vez más exaltadas.
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