viernes, 12 de agosto de 2022

Un cristo en un confesionario

 

Estabas en una pequeña galería del barrio de Retiro. Adentro, había chicas más jóvenes que te atraían, hombres de la mano de otros hombres que no dejaban de mirarte, y personas de unos sesenta años que tenían el aspecto estrafalario que busca la impronta del artista... Y al final de ese tumulto, estaba sentado en una silla contra la pared el papa. Junto al papa había unas escultura en madera que representaba un Cristo dentro de un confesionario. El trabajo era del tipo de los que se hacían en las misiones jesuitas del Paraguay. Una belleza incomparable. Moderna y primitiva a la vez... Vos creías que era obra del papa y lo felicitabas, pero él te explicaba que no era de él esa obra. Lo que él hacía, te explicaba, eran unas esculturas muy pequeñas en porcelana que imitaban a las figuras holandesas que tanto viste en tu infancia. y te decía que esa escultura, la que tanto te gustaba, era de un artista paraguayo. Y lo señalaba. De esa manera te dabas cuenta que el artista paraguayo era tu peluquero...  

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Según avanzaba

  Esa tarde, leo ahora en un cuaderno donde anotaba distintas cosas, mientras pedaleaba, veía unos niños que para evitar la lluvia se oculta...