Vas por la ciudad atento a los edificios, a sus alturas, sus cúpulas, sus balcones a veces afeados. Los de los años setenta y ochenta son en tu opinión pajareras en comparación con los de los años sesenta para abajo. Los de principios del siglo pasado, te decís, tienen más espacio, fuerza, solvencia, molduras que los vuelven más plásticos. Perro ese espacio se va para un ser humano que vive entre tanta gente. Si pensás en una gran ciudad, viene a tu cabeza un hormiguero. Y sin embargo ese espacio te resulta atractivo, fuerte, impulsivo, filoso, tremendo, tal como ha sido tu vida, te decís, como si los males sufridos y por sufrir se pudieran redimir porque un pensamiento fuese en busca de una emoción para así quedar en paz con lo vivido.
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