Casi nevó por la mañana y siguió malo el tiempo hasta pasado el mediodía. Pero ya no llueve. Subo con mis hijos una cuesta cruzando el río. La calle sube entre un parque y distintas edificaciones antiguas hasta un sitio en donde se lucen unas columnas romanas de no más de un metro y medio de alto. Están hechas de mármol la mayoría, algunas tienen unas piedras encastradas, otras unas líneas curvadas que las suben. Pero ninguna se parece del todo entre sí. Son una obra de arte. Una voz absoluta. Lo que tanto deseo: algo que nunca nadie va a poder decir. Son ellas y yo . Y entre nosotros estamos en un espacio donde los otros no entran.
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