Ahora mismo me gustaría ir de nuevo por ese camino, pensé, me encantaría adentrarme en el campo que tiene montes de eucaliptus y pasturas bajo los árboles. Seguir a pie hasta llegar al mar y echarme en la arena a escuchar las gaviotas llamándose antes de la rompiente.
Y después, ya con el sol ido, al volver a la casa, ver el árbol que resplandecía mientras unos sapitos en sus alrededores buscaban una luz que los reflejase
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