Sobre la parte más profunda del río, sobre su peligro inquietante, llegamos a donde nadie acecha ni canta, ni balbucea siquiera. El lugar donde se percibe una claridad increíble, dijiste. Y era verdad: nuestra concentración iba hacia un fondo de piedras.
Estábamos en las tardes en que el calor cede, los días se acortan y la luz unifica nuestro alcance.
A partir de entonces, pintábamos a los antiguos héroes entregándose a sus dudas mientras las puertas quedaban abiertas y una gota de rocío nos bañaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario