Esa noche de calor, que recuerdo bien, se escuchaban teros a lo lejos; cosa que me llamó la atención porque no solían sentirse durante la noche. Pero a partir de ese día los teros tomaron ese hábito y otra cosa que cambió es que al atardecer los tordos no fueron más al gran álamo del fondo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario