Intento ser más proclive a las respiraciones
sin buscar un ímpetu, una provocación,
algo relacionado con una filosofía útil.
Ellas adoraban la distancia ampliada
gracias a los besos que las cubrían
al punto de volverlas más deseadas
por la belleza imposible y ahora,
mientras la veo en la mesa de un bar
cercano a mi casa con los primeros signos
de una vejez que no desacomoda sus gestos,
veo más de lo que alguna vez fueron
y hago ese encanto propio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario