"Acá hay un lenguaje, un sentido, juicios; allá no hay nada de eso y eso mismo, que es imposible de describir, es la meditación", te decía en el sueño un hombre con el aspecto de la carta del ermitaño que llamaba a una mujer que estaba desnuda y tenía el aspecto de la estrella.
Esa mujer era una imagen que alguien había alguna vez pintado y al miso tiempo era un cuerpo deseado mucho por vos desde siempre, que corrías a abrazarla, y cuando lo hacías se bajaba un telón perfectamente pintado con la carta del mundo. Pintado en colores vívidos, en su mayoría saturados, y vos entonces querías meterte en ese telón, que parecía tan esponjoso; estabas seguro de que ese mundo de colores se trataba de un juego de Disney...
No hay comentarios:
Publicar un comentario