El caso es que al hacer eso, al rememorar los días, de vuelta escribiendo a mano, en el juego de recuperar aquellas imágenes, llegué a las galería de la Academia donde había un cuadro que mostraba torres ardiendo en sus cúpulas. Recuerdo que en ese cuadro también se veían pantanos de un verde grisáceo. Por la elección de los colores, el cuadro da la impresión de que en un día de invierno. Lo más atractivo es que tiene un detalle muy acertado: hay un fuego que destella también en los pantanos. Es un cuadro fantástico.
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