Me levanto en el medio de la noche
e intento meditar.
Como siempre los pensamientos no ceden,
y sin embargo no me doy por vencido
y en cierto momento, más allá
de todas las miserias de este mundo,
encuentro una fuerza lejana y esquiva
que ubico certeramente en el cielo.
Lo que viví hasta entonces de pronto es diminuto,
no tiene demasiado volumen y además ha sido
un compartimento con paredes que tenían
escenas que pensaba que eran verdaderos días...
Por un instante, siento una tranquilidad inusual,
y pienso que seré capaz de retener esa revelación.
Pero ella tiende a irse, y por eso la llamo,
la convoco conmigo.
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