jueves, 7 de diciembre de 2023

Al final de la tarde

 

En ese tiempo, se nos hacía dura la espera. Pasaban los años y no había un progreso visible. O en verdad no llegaba un “valor de mercado”. Pero la araña no quiere abandonar el hilo que la sujeta, te escuché decir una vez. Esa tarde, que presumo que sería de principios de otoño porque veo en mi recuerdo hojas amarillas cayéndose de los árboles, estabas sentada en la silla que habías puesto en el balcón. A eaa silla la habíamos comprado en una feria de antigüedades atendida por rumanos. Mujeres y hombres, siempre de buen humor, ubicados detrás de mostradores con artículos coloridos y variados. Durante esos días, al final de la tarde, íbamos seguido por el camino de los pinos hasta el mar. Nuestra idea era disfrutar de los perfumes de las rocas mojadas, y desde ese lugar mirábamos los castillos de arena que los niños de un jardín de infantes dejaban después de los recreos que disfrutaban en la playa. La particularidad era que su edificio quedaba cruzando la rambla. 

 

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