martes, 2 de abril de 2024

Del trabajo a la casa

 

 

 

Los pájaros se reúnen 

en la copa de un cedro 

para vernos sobre el pasto. 

 

El lugar donde tantas veces 

disfrutamos del comienzo del otoño. 

 

Recordabas a un gato de la vecina

que acechaba a los pájaros... 

 

Tocándolo podríamos entrever, 

decías, los matices que hablan 

de una vieja y envidiable felicidad. 

 

Un buque encallado hace años 

donde la luz pega en un borde oxidado.

 

Había entonces calles rodeadas 

de cercos y enredaderas 

que avanzaban sobre álamos.

 

Y después un monte oscurecido. 

 

Estábamos en la orilla donde un ciervo 

miraba el viento sobre el agua.

 

Qué cosa curiosa rememorar 

algo tan fantástico como un ciervo 

junto a unos viejos pescadores. 

 

Admirar su tono oscuro, 

incluso azul junto al agua, 

sobre el fin del día. 

 

Se puede vivir razonablemente 

bien junto al mar, acordamos. 

 

Y se siente más el frío, dije. 

Lloviznaba. Dos patos bajaron al agua

y otra vez volvió ese telón de un teatro 

ubicado en un barrio alejado 

de cualquier punto conocido. 

 

La encantadora periferia de la ciudad. 

Un barrio con un nombre francés, 

si recuerdo bien.

 

Por un instante los pinos, 

las murallas detrás y la vía 

que baja fueron algo difuso.

 

Pasaron entonces otros patos.

Una bandada en la ruta 

del trabajo a sus casas.

 

 

 

 

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