Llovía en la calma del principio
de un invierno: una ramita casi negra
siguió por el agua hasta chocar
con el cordón de la vereda
y continuó viaje.
Viene de los hielos del ártico,
dijiste.
Estábamos en un bar sobre la rambla.
El año nuevo llegaría pronto.
De la mano, entre edificios
emblemáticos, bajo los paraguas,
fuimos hasta una fuente muy grande
para ver cómo el viento movía el agua.
A un costado, un zorro blanco
en un cartel nos enterneció.
Y después vimos un círculo
rodeado por serpientes celestes
sobre un desierto de huesos.
O al menos, veías esa imagen
en el fondo del agua.
No hay comentarios:
Publicar un comentario