Ojalá pudiese tocar la línea
que lleva a la estación de tren
donde unos niños se bajaron
con la intención de pronunciar
lo que durante tanto tiempo quise decir:
que sueño con una cantera inundada
donde se puede ver, si uno presta atención
y mira hacia el fondo, gráciles algas.
Porque en ese tiempo hubo un día
de sumo calor donde el brindarse tanto al otro
fue como el poder de los ríos o los mares.
Me mantuve en silencio.
Con los años, quiero creer,
podremos dejar de lado la temática
relacionada con los poderes
y ver la vuelta de los pájaros
sobre el fin de la tarde.
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