lunes, 8 de abril de 2024

El fin de una era

 

 

Esto que voy a contar ocurrió 

años después en los jardines 

de una célebre universidad, 

frente a una laguna oscurecida, 

un día de viento y nubes. 

 

¿Dónde están los hombres 

que buscaban perdurar?, 

preguntaste. 

 

Los más capaces a la hora de entender 

cómo gobiernan las abejas reinas. 

 

Un panal, continuaste diciendo, 

adora las fantasía y la fantasía 

radica en repetir la escena: solo 

con la rutina aparece la magia. 

 

O al menos, al fin aparece el lugar 

de perfecto diseño donde levantar 

la figura ennegrecida: un cocodrilo 

inmóvil en la orilla, listo para mostrar 

sus movimientos más ágiles. 

 

Y en eso una pequeña ola tocó una estaca

que alguien la había clavado en la arena. 

 

Parados en la orilla, mirábamos el mar. 

Parece frío, dije. 

 

Así deberían pasar los días y los años. 

En la contemplación del agua, dijiste 

atenta al ir y venir de las olas. 

 

Una pluma entonces pasó cerca. 

Minutos antes habíamos visto 

las esculturas de uno de los llamados 

genios del arte.

 

Pronto llegaría el fin del día. 

El momento para disfrutar del viento 

y a lo lejos de las parsimoniosas vacas. 

 

Detrás nuestro, iban y venían 

los pájaros en busca de sus nidos.

 

Me fijé en los que estaban en las ramas 

más altas: tenían un negro brillante. 

Claro, cuervos, me dije. 

El fin de una era. 

 

 

No hay comentarios:

El mundo bíblico

  Ese día estábamos en la orilla del río a un costado de los silos, justo en la curva donde se ven unos juncos. En las cúpulas de chapa unas...