Anoche esa angustia imprecisa que me asalta
de la nada en medio de la noche apareció,
mostró sus dientes, pero esta vez siguió su camino.
De ahora en más, pensé más temprano,
voy a intentar con unas gotas que me recetó
un médico amigo, o quién sabe con qué,
pero siempre con la esperanza de que mi cuerpo
sea un espacio regulable por elementos externos,
como el motor de un auto, se me ocurre pensar,
y que esa angustia y tantas otras cosas, sean solo
una invención que anida en ese engranaje
(mi cuerpo) sujeto a los vaivenes de lo que recibe
y da, ajeno por completo a cuestiones más profundas.
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