jueves, 3 de octubre de 2024

Café museo Bode

 


Llegamos al café del museo. El mobiliario es moderno y las ventanas son altas (están a más de tres metros del suelo). Se ve el cielo nublado. Pienso cuánto me gustaría que la vista diese a los edificios que tiene la zona. Frente nuestro, hay un hombre. Calculo que tiene unos cincuenta años, En una mesa debajo de la ventana,  un domingo, tres de la tarde, toma un capuchino leyendo un libro. 


Es la persona que me gusta de vecino, pienso. Aunque también sé que por su contención no tiene un diálogo fácil. Ni suelto. Las personas reservada, contenidas, en cierta forma presas de una análisis desmedido, guardan siempre ese tipo de distancia, supongo. Me pregunto si yo no soy así. Pero me digo que mi energía ya no es opaca. Sostengo que hay algo radiante que me sobrepasa. Y me pongo feliz, como si mis pensamientos creasen la realidad...

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